domingo, 18 de noviembre de 2018

UN MAR DE PESADILLAS

Todo comenzó hace mucho tiempo atrás, en las épocas lejanas en que las hadas moraban en las colinas huecas. 
Las hadas del aire, inquietas y aventureras, en uno de sus paseos, descubrieron el mar.
- ¡Qué maravilla! ¡Qué gran y asombrosa inmensidad! - dijeron a coro y, felices, no dudaron en volar veloces y narrar lo que habían visto las demás hadas. 
Estaban tan entusiasmadas que les costaba contar lo que habían descubierto. 
- ¡La gran sabana salada nada de acá para allá! A la mañana es más brava y se calma al alba!
Cuando por fin se tranquilizaron, lograron explicar con más claridad la maravilla que habían contemplado, pero no todas las hadas reaccionaron del mismo modo: las Damas de la tierra sonrieron plácidas e indiferentes a las buenas nuevas.
- Nos alegramos de que tal belleza exista - dijeron simplemente antes de olvidar el asunto.
A las Hadas del agua, en cambio, les fascinó tanto lo que oyeron que decidieron viajar sin demora a conocer ese extraño y mágico lugar.
Cuando vieron el mar, se quedaron quietas, mudas de maravilla y se asombro. La impresionante y brava inmensidad, a veces azul, a veces verde, las fascinó de tal modo que en ese instante muchas de ellas decidieron permanecer por siempre allí. 
Pero a las hadas de fuego, lo que escucharon no les gustó nada. La entusiasta descripción de la extraña inmensidad húmeda les causó terror y no quisieron saber nada más. 
A aquellas hadas del agua que habían elegido el mar para vivir, esta actitud, les molestó. 
- ¡Caramba! ustedes, tan sabias, tienen que conocer el sitio más maravilloso que hay! - insistían una y otra vez. 
Las Limníades se limitaron a esconderse al calor de una fogata y no hicieron más caso, pero las salamandras contestaron con fervor:
- ¡No queremos volver a oír hablar de esa cuestión! no nos digan más.
Pero a las hadas del mar no les gusta que las callen y son algo insistentes.
- Nos escucharan contar todo lo que queramos, ustedes no nos van a callar - dijeron.
Entonces las señoras del fuego quee no se destacan justamente por su gran paciencia, la perdieron del todo.
- ¡Basta ya! - advirtieron.
- ¡Tan poderosas y con tanto miedo! - se burlaron las Damas del mar. 
¡Ay!, las salamandras, de temperamento irascible no podían soportar las burlas con facilidad, y furiosas dijeron cosas feas de esas que no conviene repetir ni recordar.
Las Hadas del mar, dolidas y muy ofendidas, juraron no volver les a hablar.
Desde aquellos días remotos perduran la rabia y el rencor entre las comunidades de hadas. 
Las demás hadas piensan que es infantil conservar el encono a través de los siglos, pero las damas marítimas y las señoras del fuego aún no las quieren escuchar. Quizás lo hagan en un par de siglos más...



Fuentes:
"El fantástico mundo de las hadas Seres Maravillosos". http://eurobookmexico.blogspot.com/2013/08/el-fantastico-mundo-de-las-hadas-seres.html

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